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The Paintings of Judith Linhares and Vera Iliatova: Constructs of Representation Las gloriosas y coloridas pinturas figurativas de Judith Linhares retratan casi siempre a mujeres adultas, relajándose o trabajando, a menudo desnudas, al aire libre. Por su parte, las pinturas de Vera Iliatova son interiores pintados con una paleta matizada de grises, habitaciones con hermosas vistas habitadas por mujeres jóvenes, de finales de la adolescencia o principios de sus veinte años, leyendo, pintando, meditando o conversando, vestidas con faldas, vestidos, suéteres y blusas amplias. En lugar de contar historias, las obras de Linhares e Iliatova presentan lugares llenos de luz, aire y quietud, que permiten a las mujeres representadas ser independientes y estar plenamente inmersas en sus intereses intelectuales y estéticos. La política en las pinturas de ambas artistas se basa en imágenes insistentes de autodefinición femenina. Aunque a veces se describe su obra como feminista, especialmente la de Linhares, este término puede parecer superficial. Estas pinturas son objetos únicos, densos y profundamente conectados con la historia de la pintura realizada por hombres. Muchas de las obras de Iliatova hacen referencia directa a artistas como Manet y Delacroix, mientras que Linhares ha mencionado la influencia de Emil Nolde. Ambas artistas están profundamente comprometidas con las rigurosas prácticas tradicionales de la pintura al óleo, trabajando lentamente y rehaciendo sus obras durante meses. En estas pinturas, las mujeres son figuras generalizadas, ni individuos específicos ni símbolos de significados más amplios. Las obras de Linhares e Iliatova ocupan una posición conceptual única con respecto al género, ya que las actividades específicas de las mujeres representadas las definen. El pincel desempeña un papel crucial en el trabajo de ambas artistas. Linhares utiliza pinceles grandes y suaves cargados de pintura aceitosa para mantener la frescura del color, mientras que Iliatova emplea áreas de pinceladas planas y matizadas, en relación con la luz que entra por las ventanas de su estudio. Iliatova frecuentemente trabaja con modelos, mientras que Linhares crea todas sus pinturas desde su imaginación. En las obras de ambas, los espacios entre las personas son abstractos, pero de formas diferentes. En la original pintura de Linhares de 2005, As She Is, el exuberante espectro de colores (verde dorado, amarillo chiffon, rosa coral, verde menta, lavanda que se transforma en púrpura) está completamente integrado con el movimiento continuo de su pincel, que organiza suavemente las imágenes: una manta montañosa, un pino, una luna soleada y figuras femeninas flotando como astronautas desnudos. También hay una figura flotante en Source (2021), que parece estar anclada en un punto del lienzo por su largo cabello rubio. Lo notable en las pinturas recientes de Linhares no es que los alrededores sean más abstractos que las figuras, sino que estas, aunque aparentemente “realistas” y pintadas con un tono anaranjado-rosado, son tan abstractas como el cielo. Linhares ha hablado a menudo de su trabajo en relación con los cuentos de hadas, que no tienen fronteras definidas entre la realidad y la irrealidad, acercándolos más a la experiencia contemporánea que las ideas del siglo XX sobre la dicotomía entre realismo y abstracción. Su maestría con el pincel mantiene sus pinturas en un presente constante. derecha del lienzo. Aunque la representación de rostros mirando hacia fuera es un recurso tradicional en la pintura europea, tiene un impacto distinto en la actualidad, cuando estamos tan acostumbrados a mirar hacia abajo, desplazándonos en nuestros teléfonos. Este gesto conecta al espectador con la obra, pero también establece una distancia, reforzando la pintura como un objeto que debe ser observado de una manera particular. Las pinturas de Illiatova no pueden ser vistas rápidamente. Aunque es un cliché decir que las pinturas no se aprecian en fotografías, esto es especialmente cierto en su caso. Sus obras carecen de una narrativa directa; todos están ocupados, pero no sucede nada. La arquitectura de la habitación se construye con una geometría deliberada de pinceladas, muy distinta a los amplios trazos de Linhares. Su paleta tiende a valores cercanos: grises plateados con delicados matices verdes, rosados y marrones. La luz es un personaje dominante en sus composiciones, algo que conecta su obra con la de Edward Hopper. Las mujeres están en la habitación, pero también parecen habitarla como fantasmas. En S-ll, from the Open Window, tres mujeres se inclinan sobre una mesa de patas inusualmente cortas. Una de ellas, alta y con una falda estampada, debe arrodillarse para trabajar cómodamente en la mesa, lo que dirige la mirada hacia el espacio sombreado bajo la mesa, en contraste con la superficie luminosa que refleja la luz de la ventana. Las pinturas de Judith Linhares y Vera Iliatova son obras maduras, seguras y complejas, informadas productivamente por la historia del arte. Además, la modestia en el tamaño de sus lienzos refleja su enfoque meticuloso. Sin duda, son dos de las mejores pintoras trabajando en la actualidad. — Dona Nelson, November 8, 2024